¿Javier y Marta Cocheteux?  ¿El lunes cierro el pico?

A menudo nos preocupamos por la cantidad de comida que comemos, por cuidarnos, adelgazar, cocinar sano, no excedernos en caprichos dulces… pero lo que muchas personas han olvidado es que no hay nada mejor que disfrutar de una comida sin preocuparse de todas esas cosas. Cada plato, cada tenedor, se guarda en nuestra memoria como un momento inolvidable, una sonrisa, una cara de asco, un gesto de complicidad o de sorpresa, un sentimiento de placer, ¡PLACER!, qué palabra tan perfecta para poder describir quiénes somos y porqué estamos haciendo que “El lunes cierro el pico” cobre vida.

Admitimos que hemos nacido en una familia en la que todo gira entorno a la cocina. Para nosotros es el punto de encuentro. Creemos que es el único sitio donde las preocupaciones desaparecen, solo hay recetas, ingredientes, utensilios de todo tipo, ilusión, mucha ilusión… Porque sí, porque en nuestra familia somos así.

Marta Cocheteux

Marta Cocheteux

Primero se va al mercado a comprar lo que se eligió el día anterior como menú, después se abren unas patatas fritas ¡cómo no!, el botellín de cerveza bien frío y la copa de vino tampoco puede faltar, un poco de música y ¡manos a la obra! Organizamos ingredientes en cuencos, pelamos, preparamos, sacamos sartenes, ollas, cacerolas, calentamos aceite, hacemos caldos, bases, salsas, olemos, probamos, esperamos, ponemos la mesa… y siempre, siempre hay una sonrisa, un abrazo o un beso de por medio, un chupeteo de dedos tras probar cómo está quedando, un «¿en qué te ayudo?», «dime si le falta algo», «si quieres puedes ir pelando esto», «¿quieres otra cerveza? ¡vale!», «vigílame el fuego ¡porfa!”. Y por supuesto después de comer un “estaba delicioso…»

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Javier Cocheteux

Pero es imposible terminar y levantarnos de la mesa sin escuchar de la boca de nuestra madre esa frase, “ ¡El lunes cierro el pico! ”. Es aquí y ahora donde nace esta frase que nos describe y nos identifica. Nunca falla. Siempre aparece en el momento justo y perfecto, siempre precedido de una comida juntos. Parece una tontería pero es una grandísima frase para todos aquellos a los que les gusta disfrutar de la comida. El fin de semana es de disfrute y comilonas de las buenas, y ¡muy buenas! Pero a partir del lunes son días de cuidarse, de poner una pinza a las patatas fritas y las cervezas bien alto y al fondo de la nevera donde cueste más cogerlas. Hay que prepararnos para el siguiente fin de semana y para ello qué mejor que ¡cerrar el pico el lunes!

Cuando se empieza a comer no es ningún momento crítico gastronómico, simplemente es un momento feliz. Estamos todos juntos a punto de comer lo que llevamos horas cocinando y ahí estamos. No podemos pedir más, así que ¡solo hay felicidad! El resto os lo podéis imaginar, aunque una buena y larga sobremesa no puede faltar. En nuestra familia se ha convertido ya en una tradición. Prohibido llevar resacas, prisa o pocas ganas. Es fundamental una buena conversación para bajar la comida. Luego ya vendrá la siesta si quieres y como te descuides empiezas a preparar la cena.

Llegados a este punto estaréis esperando una breve descripción de nosotros, pero no la vamos a hacer, por lo menos no como hasta ahora se ha hecho en las biografías e introducciones. Ya sabéis que nos gusta comer, cocinar y que somos hermanos, con eso es suficiente. No necesitáis más. Para qué. Todo lo demás os entrará por los ojos, eso es lo que importa y poco a poco nos iréis descubriendo.

No hay nada más maravilloso que ver disfrutar a la gente con la comida, cocinar y hacer feliz a las personas a través del paladar.

¡Bienvenidos!

 

 

 

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